La niña

Vengo de la calle y entro en el portal… me encuentro a una niña sentada en los primeros escalones del portón. Me quedo mirándola y veo tristeza en su carita… le pregunto qué le pasa… y me contesta que se ha perdido y no sabe volver a casa.

Me siento a su lado en la escalera y le hago el tercer grado de preguntas, entre ellas que donde vive. Me dice que no lo sabe, que iba caminando y ha visto el portal abierto y se ha metido ahí a ver si encuentra a su mamá. Le pregunto que quien es su mama y me mira muy triste y me dice que murió hace unos meses y entonces le pregunto por qué la busca… me mira muy seria y me contesta que ella sabe que está cerca y que no la va a dejar sola.

Esa niña lleva dos trencitas a los lados de la cabeza y lleva una faldita blanca y unos zapatos blancos, limpiados con kanfort, jejejeje, ¿aun se usa eso?, me pregunto yo. La niña no para de mirarme y de repente me dice… “¿jugamos a sé sé sé?”… yo con cara de asombro le digo que vale y acto seguido nos ponemos a ello… y reímos y reímos. Después, con sus ojitos oscuros, me mira otra vez y me pregunta… “¿tú tienes mamá?”… y yo le contesto que también murió hace unos meses… pero que también la siento en mi corazón, al igual que ella a la suya. Le pregunto que qué quiere hacer… y me dice que contarme cosas. Dejo mis bolsas de la compra en la escalera y le digo que soy toda oídos.

La niña empieza a decirme que la peine, que tiene las trenzas muy desordenadas, yo lo hago… y me pregunta que si a mí me gusta ponerme collares, que porque no llevo ninguno, yo le cuento que de pequeña, cuando me vestían de sevillana, me ponía muchos collares y pulseras… y va y me dice la pequeñaja que tengo que seguir haciéndolo, que las pulseras y los collares hacen felices a las chicas. Yo la miro pensativa y pienso que lleva razón, pero le contesto que no me gusta ya llevar ese tipo de cosas. Acto seguido me pregunta si me meto en los charcos cuando llueve… y yo la vuelvo a mirar sorprendida de tan rara pregunta, y le contesto que no, que antes sí que lo hacía pero que ya no… y la niña me dice que eso no hay que dejar de hacerlo. Después me pregunta si yo tengo un amigo invisible, a lo que le respondo, que de pequeña, mi hermana tenia uno y que le daba anises para mi… Recuerdo que me decía mi hermana… “Coni, ve a tu cuarto a ver si en la mesilla te ha dejado algo mi amigo invisible”… y yo corría que me daba con los talones en el culo… y ¡sí! ahí estaban las figuritas llenas de anises que su amigo invisible le daba para mí.

La niña me miraba con cara feliz, se iba dibujando una sonrisa en su rostro… y me dice… “Coni, cuéntame más cosas”, toda divertida y expectante… entonces yo me pongo a recordar… y veo en mi memoria que cojo un micrófono imaginario y me pongo a cantar, sin darme cuenta que estaba cantando de verdad… me saca de mis recuerdos las risas de la niña, jajaja, como se divierte la colega jajajaja.

También me pongo de pie y empiezo a bailar haciendo muchas tonterías… y la niña ríe que te ríe… la miro, me acerco a ella y le  digo… “¿pero quién eres tú?, ¿de dónde has salido?”… la niña me dice que ya me lo ha dicho, que se ha perdido… yo la miro y veo un brillo en sus ojos, que antes no tenía y ella se me acerca, me da un besito, me acaricia el pelo, se levanta de los escalones y se dirige a la puerta… y me dice…”me tengo que marchar, pero volveré a jugar contigo y así reiremos un rato juntas… gracias”… le digo que espere un segundo. La niña, se da la vuelta desde la puerta del portón y entonces le pregunto que como se llama… y ella me sonríe y me dice que se llama Coni Ailan… y acto seguido, desaparece.