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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Avira y el ratoncito

El ratoncito salía y se paseaba por casa. Comía lo que encontraba por el suelo y volvía a su agujerito de la pared. Un día que Avira estaba leyendo en su sillón, vio algo moverse por el suelo… algo pequeño… “Uy, si parece una cucaracha, pero es muy grande para una cucaracha”… entonces fue cuando, espiando y en silencio, lo vio. Era un ratoncito gris, pequeñísimo, con los ojos muy grandes y de orejitas rosas. “¿Cómo se habrá colado un ratón en casa?”, pensaba Avira… y rastreando con la mirada al ratoncito, vio que se metía por un agujerito que había en la pared. Pensó en ponerle veneno, pero la pena y la ternura se apodero de ella y lo descarto. Compro una jaulita pequeña, que poniéndole comida dentro  y con el peso del ratoncito, la puerta se bajaba y quedaba atrapado… pero el ratoncito pesaba tan poco, que se comía la comida y la puerta no se bajaba. Como no tenia queso, le ponía butifarra y el ratoncito se pegaba unos festines de aúpa. Un día le dijo un amigo que

Valle

A raíz de una catástrofe natural acontecida en mi poblado, me volví un poco majareta… me dio por hacer cosas mecánicamente. Yo pensaba que eso no podía ser muy bueno, como por ejemplo, comer dulces a destajo, subir las escaleras en vez de subir en ascensor… pero descubrí un juego online, que se llama vida en la granja, que me resulto bastante adictivo. Tenía que plantar todo tipo de plantas, como tréboles, cebollas, pepinos… con esas plantas, alimentaba animalitos como vacas, cerdos, gallinas… con lo que me daban esos animalitos, tenía que hacer productos en maquinitas preciosas que tenía que comprar, pero no con dinero de verdad, si no con monedas que te daba el juego… y así sucesivamente. Cada semana ponían una misión, por ejemplo, sembrar cien cactus, hacer cincuenta quesos en la máquina de quesos y así hasta completarla, entonces el juego te regalaba una maquinita, un árbol o un animalito, que podías usar con otras misiones que ponían las siguientes semanas. Yo sal

Cementery

Una de las de tantas veces que voy al cementerio a visitar la tumba de mis padres, se vino conmigo mi Diasera. Ese día no había casi nadie en el cementerio… pero nos gusta ir, aun estando vacio. Entramos y le digo a mi hermana que me espere un segundo que voy al servicio que hay dentro del cementerio. Son unos servicios que están muy limpios, hay dos aseos y un lavabo fuera delante de las dos puertas donde se encuentran los inodoros. Al entrar, vi que una de las dos puertas se abría y se cerraba pero muy poco, pensé que era el aire, pero la ventana estaba cerrada y me entro el siroco-yuyu, así que, salí y le dije a mi hermana que entrase conmigo que me daba miedito. Ella entra y la puerta seguía cerrándose y abriéndose… nos quedamos las dos mirando a la puerta y de repente, asoma una niña la cabecita y vuelve a cerrar. “buf, que susto, solo era una niña”… entro a la otra puerta donde estaba el otro inodoro y cuando salgo estaba mi hermana esperándome. Ya no se oían ruidos

El koala

Hoy he ido a visitar a mi hermana Diasera, que seguro que muchos de vosotros ya la conocéis por otros post. Estábamos, mi hermana, mi sobrina y yo en el salón y mi hermana me dice… “Coni, vamos a la cocina y preparamos algo para picar”. Pues nos vamos las dos a la cocina y de repente, oímos como arañar el techo de la cocina, pero muy cerca y sabíamos que no podía ser de la vecina de arriba porque los arañazos eran como por dentro. Nos miramos las dos y ponemos atención… cuando de repente, por las rejillas de ventilación, vemos asomar algo oscuro. Nos ponemos las dos a gritar como posesas, mi hermana se agarra al marco de la puerta como si no hubiese mañana y yo agarrada a ella sin poder dejar de mirar lo que estaba saliendo de la rejilla de ventilación. Mi hermana solo gritaba… “¡¡¡Esta saliendo algo de ahí, está saliendo algo de ahí!!!”… y yo con la histeria colectiva que eso conlleva, pues gritaba también… “¡¡¡ el qué, el qué!!!”. Mi sobrina que oye el trajín, entra

Microfuturo

Viendo una peli de esas de miedo el otro día, de esas que me gustan… hice un viaje al futuro. Entré en la cocina y vi como el microondas me miraba y me hablaba. “Ven, acércate”, me decía… yo lo miraba muy seria porque no es normal que un microondas te hable, pero a su vez no me pareció tan raro, ¿Por qué no?, un microondas que habla… ¿y qué?, hay cosas mucho más raras, como por ejemplo… que… mmmm … que… eeehhhh, ¡una flor de pascua se llame Margarita!… ¿no?, pues eso. Me acerque al micro y me dijo que si quería viajar al futuro, solo tenía que poner mi mano sobre el plato giratorio y darle al play. Yo así lo hice, eso se puso a dar vueltas y mi mano giraba y giraba y giraba… hasta que me absorbió el aparato y me vi dentro dando vueltas… hasta que perdí la conciencia. Al cabo de, no sé cuánto tiempo, la maquina se para y salgo del micro como puedo. Me había llevado a 2152… ¡mae mia!... no había suelo en la cocina, solo cristal… donde se transparentaba el suelo del bosqu