Dietas

¡¡¡Ay Dios mío de mi vida!!! me he puesto a dieta… y todo se convierte en una obsesión. Bueno, dieta a mi manera… comer acelgas hervidas… lechuga… acelgas hervidas… mas lechuga… una latita de atún… acelgas hervidas. Y me obsesiono, sobre todo las dos primeras semanas, me obsesiono, no lo puedo remediar. Sueño con pastelitos de chocolate, frutos secos, arroz a la cubana… sueño con todo tipo de comida de tal manera, que cuando me levanto y me peso, pues pasa lo que pasa, que peso el doble de todo lo que me he comido soñando.

Vas a un bar y solo te puedes pedir agua… “un botellín de agua por favor”… y piensas… “y una fanta y una tapa de ensaladilla rusa y una tostada con tomate, aceite y sal, y unos boquerones en vinagre”… viene el camarero y te pone el agua delante y dices… “¿yo he pedido esto?”… ¡claro que lo has pedido!. Te lo bebes y te vas a casa y te haces las acelgas a las doce del mediodía, con una puntita de pan integral. Pones cara de haba y te recuestas en el sofá para que te luzca bien y no lo quemes pronto. Te da sueño y dormitas… te despiertas y el estomago ruge como el león de la “Metro Goldin Mayer”… auuuggggrrrrr gggrrrrrr, gggrrraaaauuuuuu. Y miras el reloj y ves que son la una… y cuentas con los dedos…”doce, una, dos, tres, cuatro, cinco… ¡cinco horas para la merienda!... y te das vueltas por la casa y una cosa muy importante… ¡prohibido el ordenador!... no hay cosa que más hambre dé, que ponerte en el ordenador a mirar cosas, o bien videos y pelis del youtube o a jugar a alguna cosilla… yo, delante del ordenador, he llegado a comerme un cuarto de kilo de cacahuetes y después pan con miel, y después pepinillos en vinagre…¡lo juro!... ¡qué hambre da ponerse a hacer cosas en el ordenador!... así que, hasta que no pasen dos semanas, ¡fuera ordenador!.

Otra cosa que también da hambre, son los grupos del wasap, que si una manda un bizcocho que ha hecho, que si otro manda unas gambas que ha asado, que si otra manda unos churros con chocolate que se está tomando… ¡basta grupos de wasap!, al menos hasta que pasen dos semanas, ¡hombre ya!.

Y pasan las dos semanas y te pesas… con miedo, porque al principio te da por pesarte cada diez minutos y claro, lo mismo pesas 70 kg. que a los diez minutos pesas 70,40 kg. que a los diez minutos pesas 69,9 kg… y estas obsesionada… bascula, bascula, bascula, bascula, hambre, bollos con nata, churros, bascula, jamón con pan aceite y tomate, fabada asturiana, arroz con pollo, cocido, tocino ibérico… ¡ay no digo más cosas que engordo!… pero, como iba diciendo, pasan dos semanas… te pesas con miedo… miras con recelo, como si la bascula te fuese a escupir… “eee bualá”… 65,4 kg. te bajas, te tiras al suelo, besas la bascula, te duchas, te vas al armario y ves que toda la ropa que no te entraba, te entra… ¡entras en toda tu ropa!... te calzas los vaqueros esos tan apretados, y te vas a la calle… y vas mirando si la gente se da cuenta que has adelgazado y piensas… “¡quien coño se va a dar cuenta si no me conoce nadie!”… pero tú vas contenta con tus vaqueros de hace dos temporadas… ahí holgaditos, y te pones contentísima… ya no quieres comer duro porque no lo necesitas, ya no tienes ansiedad, ni ganas de chocolate con almendras, ni churros, ni fabada, ni cocido… y piensas, “bueno, cuando me quite los kg. que me quiero quitar, comeré de todo con moderación”… no vas a estar toda la vida a dieta ¿no?... Y es que las dietas no existen, ¡son los padres!.