le llamaban "crack"

Estuve currando en una empresa que tuvo que terminar como todas hoy en día…¡cerrando!. Era una empresa maravillosa. Estábamos todos muy unidos y muy contentos. Nuestro jefe era el mejor de todos los jefes, mejorando los presentes que lean esto…..No era de nuestro poblado, así que, solo le veíamos una vez por semana. Nos pagaba horas extras o tiempo libre y las nominas las ingresaba antes del día 1 de cada mes. Respetaba el calendario laboral al dedillo…y nos daba beneficios de la empresa, dos veces por año….y regalazos por navidad. Un verdadero jefe.

Harto ya el hombre de hacer viajes al poblado, ya que estaba tan mayor y aprovechando de que se le había ido el contable de la empresa, decide meter a otro, del cual tenía referencias porque curraba en la empresa de al lado que tuvo que cerrar.

El hombre que había contratado, era un hombre normal, aparentemente…todo digno él. Llegaba, se metía en el despacho y se dedicaba a dar órdenes. “Fulanica, tráeme esto o fulanica, tráeme lo otro. Pero el pobretico estaba tan obsoleto que decía….”a mi dejarme de ordenadores, que yo con el folio, el lápiz y la goma de borrar, voy bien servido, que esto no falla”….y claro, lo que le pasaba es que no tenía ni idea de programas y demás. Nosotras no dábamos crédito….llamaba a mi compañera, que la tenia al lado, como el que no quiere la cosa…..”fulana, sube un momento y dime como se adjunta un archivo a un correo”….mi compañera se quedaba atónita. Se suponía que eso lo tendría que saber…o me llamaba a mí y me decía…”¿tú sabes cómo se hace esto?” yo le decía que si y él me contestaba que ya lo sabía, que solo era para saber si lo sabía yo…en fin, que a los pocos días, todos le llamaban….¡el crack!.

Como era los ojos y los oídos del jefe en la empresa, pues cuando nos poníamos a desayunar mis compañeras y yo, a él no se le ocurría otra cosa que espiarnos detrás de la puerta para ver si le criticábamos o contábamos algo interesante que contarle al jefe.

Cierto día, nos ponemos a ello,……café, bocata y poco mas….y nos ponemos a hablar en la hora del desayuno….bla, bla, bla, bla……hasta que oímos un estruendo fuera, en las escaleras….y nos asomamos corriendo y estaba “el crack” sentado en el suelo al final de las mismas….¡se había caído rodando el tío!...era tal la atención que quería poner a nuestra conversación, que dio un mal paso…lento….y ¡rodo!.

Le vimos ahí sentado en el suelo en el preciso instante que se levantaba más rápido que se había caído…había roto hasta la persiana de lamas del pasillo, queriendo agarrarse….yo le pregunto….¿se ha hecho usted daño?¿quiere que le llevemos a algún sitio? Y el crack, sin mirarme, me dice….”¡que daño ni que daña!¡que sitio ni que sitia! Y se salió a la calle, mas rojo que una amapola. Las risas de mis compañeras y mías, se tuvieron que oír hasta en Pontevedra, oiga…..pobre hombre…..”el crack”….A los dos o tres meses, la empresa tuvo que cerrar.

Os lo dedico, compañeras mías, que sois lo mejor del mundo, mejorando también los presentes que lean esto.