Me levanto, hago café y me preparo una taza. Me siento en el sofá y me la tomo. Miro a mi alrededor y veo lo mismo de siempre….de repente llaman a la puerta. Me transformo en serpiente y repto por la pared para asomarme a la mirilla…y….¡es ella!....¡no puede ser!....ya le dije la última vez que no viniese mas, que conmigo perdía el tiempo. Vuelvo reptando por la pared hacia el sofá…por el camino veo una polilla y saco mi lengua bífida y me la como….sabe bien…sigo buscando polillas….y sigo comiendo polillas. Limpio mi boca, que se me ha quedado llena de ese polvillo que tienen y me siento en el sofá. Enciendo el ordenador y me pongo a escribir, me hace compañía, me gusta, me consuela…vomito palabras…oigo un ruido en la puerta que da al balcón….intento subir la persiana, pero está atascada y no sube….me transformo en murciélago y miro por las rendijas….¡es ella!...¡déjame en paz, no eres bienvenida!....vuelvo al sofá orientándome en la oscuridad y mi radar capta un mosquito…
Si te identificas con alguna de estas historias, es porque todos estamos conectados.