Su nave aterrizo en un desierto. Era preciosa… era como los
humanos, pero su piel no era de piel, ni su cabello era cabello. Estaba compuesta
por materia desconocida para los terrícolas.
Se trasladaba de un sitio a otro de tal manera, que no la veías…
no la notabas… y no la sentías. Vino a parar a una ciudad muy ciudad, una
ciudad muy moderna, una ciudad muy ruidosa… con muchas luces, muchos
rascacielos, muchos parques… Cristalda había hecho su viaje a este planeta para
recoger unas muestras de pelo, con el solo inconveniente, que en el suyo, el
solo roce con uno de ellos (pelos), les causaba la muerte.
Tenían dos leones y una cebra en Tiriton, (así se llamaba su
planeta), que habían abducido una vez que vinieron a husmear, con el fatal
desenlace, que quienes los investigaron, murieron al contacto con el pelo… pero
para acabar su estudio científico, necesitaban pelo humano… para ver si en un
futuro, podrían convivir Tiritones y terrícolas juntos.
Cristalda caminaba pensativa, lentamente por la acera de una
gran avenida. Vio un puesto de perritos calientes y se vio obligada a acercarse
atraída por el olor. Miro al vendedor de perritos y este la miro a ella. Él fue
a darle la mano, pero Cristalda la retiro rápidamente, aun llevando el traje de
silicona reforzada, que la cubría entera, como una campana invisible, por miedo
al contacto con algún pelo… tenia verdadero pánico al contacto con el pelo
humano.
Siguió caminando y se sentó en un banco donde había un chico…
el chico lloraba y ella le pregunto si estaba bien. El chico le conto que había
roto con su novia… pero al levantar la mirada para darle las gracias… quedo
maravillado de la cara de Cristalda. En su rostro se dibujo una sonrisa que jamás
había esbozado y sus ojos se iluminaron de tal modo, que parecían dos estrellas
en medio de la noche oscura… a ella le paso lo mismo, de tal manera, que sintió
la necesidad de darle un beso… es lo que aquí llamamos, flechazo.
Cristalda y el chico salieron juntos más de un mes… ella se
lo conto todo y él lo comprendió. No tenían contacto carnal, puesto que ella corría
mucho peligro, pero si se amaban como jamás nadie amo. De su planeta se ponían en
contacto con ella todos los días para ver si ya había conseguido el pelo
humano, pero ella, debido al miedo terrorífico que sentía, les decía que no,
que aun no sabía cómo reaccionaría su campana protectora en la tierra al entrar
en contacto con el pelo… ¡excusas!, estaba enamorada hasta las trancas y no quería
volver. Su novio, que así lo llamaba ella ya, la cuidaba y protegía tanto, que
fue capaz de convivir con ella sin rozarla, sin tocarla, amándola extrem deluxe…
y ella le estaba eternamente agradecida.
Cuando hicieron un año juntos, él la invito al mejor
restaurante de la ciudad y Cristalda se puso sus mejores galas, con un poco de
dificultad, al tener que adaptar la silicona protectora a un vestido precioso
que él le había regalado… estaban muy enamorados.
En el restaurante, justo después del primer plato, Cristalda
murió. Cuando le hicieron la autopsia, solo había en su estomago una sopa de
fideos… y un pelo.
Ay por Dios!!! que lástima... me caía bien Cristalda jooo.
ResponderEliminarJaaaaaaajajajaa Ay por favor que me muero de risaaaa!!!! Qué manera tan vulgar y corriente de romper la pompa de magia!!! Jaaajajajaja Sublime Coni!!!!!
ResponderEliminarQue historia mas triste!!!!da mucha pena, se parece a esos amores imposibles y reales como la vida misma....Coni para cuando una historia de esas que terminas riendote como Pepa Pig y su familia?un besazo!!!!
ResponderEliminarLas historias como los cuentos, me gustaría que terminaran comiendo perdices. Ay Coni, es que he visto tantos finales tristes, que a mí me dejan igual... triste. Aunque a los pocos minutos se me ha pasado. Cuando son reales, necesito muchisimo más que unos minutos. Me ha gustado mucho. Un besito!.
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