Las seis y dieciocho minutos de la mañana… me levanto y me
encuentro a Pepo en el pasillo… “¿vamos?”… me dice… yo le digo, “¡vamos!”… misión…
“ENCUENTROS CON EL SOL”.
Cogemos el coche y recorremos dieciocho kilómetros,
aparcamos en la falda de un montecito… y subimos el resto caminando… (cuanto me
hubiese gustado que hubiese sido el Everest)… Llegamos a lo alto del monte y
¡zasca!... el paisaje más bonito jamás visto… ahí nos quedamos los dos mirando
el horizonte… esperando la salida del sol.
El me habla y yo le hablo… me cuenta cosas… cosas de la
vida, cosas suyas, cotidianas, yo le digo lo que opino… esperando la salida del
sol. Hay quietud, silencio, salvo los pájaros y perros a lo lejos, a lo muy
lejos… pero no dejamos de mirar al horizonte… El mar nos saluda, pero apenas lo
escuchamos porque está muy quieto… y hace bien estar, no hace nada de aire,
todo está templado… y Pepo me sigue hablando y contado cositas… y lo escucho… y
él me escucha… que si lo hace delante de la televisión en el salón, están bien,
pero delante de la salida del sol… cobran vida, saben a miel, a corazón, a
sinceridad.
El sol es muy puntual, ese día salía a las siete en punto,
el día antes del cambio de hora… y ahí comienza a salir, rojo, grandioso… desperezándose,
mirándonos con sus grandes ojos de fuego… los dos nos quedamos callados, sin
quitar la mirada del horizonte… todo se torna rojo, rojo intenso… y nuestros
ojos se tornan con un brillo especial… y Pepo me mira y yo lo miro y sonreímos ante
tal belleza… sacamos unas fotos… nos inclinamos ante el sol… y ese momento es mágico,
es inigualable… ¿Cómo puede ser algo tan bello?... un amanecer en el pico de un
monte y todo el mar delante de las rocas… el sol a lo lejos y todo el cielo
rojo mezclado con azules, la luna llena enfrente… saludando al sol y haciéndonos
un guiño.
Me encantó ese día, ese amanecer, ese bello amanecer… pero lo
mejor de todo fue la compañía de mi Pepo, mi querido sobrino… explorador de
amaneceres y de interiores del corazón.
lo que se hablo en la montaña....se queda en la montaña...tia y sobrino y sobrino y tia....el sol...el mar y esa montaña, yo os quiero mucho a los dos!!!!no cambieis nunca!!!!
ResponderEliminarPORRI
Precioso!. Tanto la imagen como la forma de describir este bello amanecer. Y como has expresado en tan poco espacio todo lo que sentiste. Algo que recordarás toda tu vida. Me ha encantado las horas exactas y kilómetros a las que haces referencia. Eso denota ( para mí) el deseo de querer perfeccionar y sobretodo detallar para describir todo lo más fiel posible. Sensibilidad. Esa es la palabra. No he estudiado ni entiendo para hacer críticas de este tipo pero mis sentimientos no me engañan. Es tan sencillo como bonito...y real. Todo esto, sin compañía o si compartir, creo que se quedaría en la mitad. Desde que pusiste los pies en el suelo al levantarte hasta terminar de escribir, como se suele decir... Te lo has currao!.
ResponderEliminarAh!. Ese mismo amanecer lo contemplé una hora después y si tenemos el mismo uso horario habrá sido magia?. Un beso!.
Sí miraste al cielo...seguro que había una nube... Tu Nube😉
ResponderEliminarEse amanecer está en mi memoria. para mí no fue uno más. Que bonito!!
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