Con solo cinco y tres añitos, se lanzaban a la piscina como
nadadoras olímpicas. Los niños de alrededor las miraban admirados… y tía
titipoco, solo quería que la enseñasen a bucear como solo ellas sabían hacerlo.
“Tres, dos, uno… ¡ya!”… y a la voz de ¡ya! se lanzaban al agua en una orilla de
la piscina y aparecían en el otro extremo. “No puede ser”, se decía tía
titipoco una y otra vez… “¿Cómo podéis nadar así tan pequeñitas como sois?”… y
ellas reían y reían… y cabeza arriba del agua y cabeza abajo.
Por la noche, los demás niños de la “urba”, se reunían para
ver si ellos podían nadar de esa manera, pero ninguno lo conseguía y como
mucho, llegaban hasta la mitad de la piscina.
Al dia siguiente, las dos niñas llegaban a la piscina, se
duchaban y se tiraban a la voz de “ya” de tía titipoco… “Tres, dos, uno… ¡ya!”…
y otra vez atravesaban la piscina por debajo del agua en solo tres o cuatro
segundos. Todos los niños estaban agolpados en los bordillos mirando y cuando
asomaban sus cabecitas, resurgía el mas fervoroso de los aplausos… “bravo,
bravo, bravo”… y las niñas, que eran muy vergonzosas, salían del agua y se disponían
a lanzarse una y otra vez.
Tenían un pelo largo precioso, unas caritas de muñeca y lucían
unos preciosos vestiditos todos los días. Su abuela, las llevaba a tomar
heladitos al quiosco… y eran dos niñas normales. Reían, lloraban, se enfadaban,
comían chuches, jugaban… nada anormal, salvo su inteligencia, que para lo
pequeñas que eran, eran demasiado listas, aun así, hacían vida de niñas de su
edad.
Una noche, las niñas le dijeron a tía titipoco, que las
bajara a la piscina, que hacía mucho calor… y aunque por la noche no se puede
hacer uso de la piscina, tía titipoco, las llevaba para que se pegasen un
bañito corto y después ir a la cama muy relajadas.
Llegaron a la piscina, y por la noche, las piscinas tienen
unas luces encendidas, de tal manera, que se ve el fondo… es como si no hubiese
agua de lo cristalina que se pone por el efecto de las luces… y tía titipoco
les dijo que no podían lanzarse a la de tres, porque no tenían que hacer ruido…
y ellas accedieron… se pusieron el en borde… y se lanzaron las dos a la vez.
¡Chof!... y empezaron a bucear hasta la otra orilla de la piscina… pero en ese
momento, tía titipoco que no las perdía de vista ni un solo instante, y debido
a la transparencia del agua, pudo ver como les salían dos colas de sirena en
lugar de las piernas… y en los brazos, les salían como aletas doradas… y el
pelo se tornaba azulado como el mar… y cuando tomaban contacto con el aire,
todo eso desaparecía… tía titipoco no salía de su asombro. Ellas salieron del
agua y le dijeron a su tia… “ya podemos irnos a dormir, que ya no tenemos calor”…
cogieron de la mano a titipoco y la tuvieron que guiar a casa como si fuese un
robot… no podía creer lo que acababa de presenciar.
A mis dos niñas preciosas y encantadoras, María y Cris.
Que bonito Coni...muchisimas gracias por esa mezcla de realidad y fantasia ...esta tarde las vere y se lo leere para que vean que su tita Titipoco se acuerda mucho de ellas...un besazo!!!!
ResponderEliminarPORRI
Dos sirenas preciosas coni, qué bonito final, me encantísima.
ResponderEliminarun beso fuerte a las dos sirenitas y a ti por escribirlo.
caco
Has hecho de una realidad un cuento muy bonito. Seguramente porque al nadar parecían sirenitas. He visto algo igual de bonito...un recuerdo imborrable. Un beso!.
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