Hipnagogeándo voy, hipnagogeándo vengo

Me he levantado a las cuatro de la mañana… no podía dormir… me he vuelto a acostar y me he paseado por las redes sociales a ver que se cuenta la gente… eso me da mucho sueño y me he vuelto a dormir… de repente, he gritado y te he llamado pero no me oías… una y otra vez… me he levantado y he ido a tu cuarto… intentaba despertarte, para que a su vez, tú me despertases a mí, pero estabas dormida… de repente me he visto otra vez acostada en mi cama y gritando… me vuelvo a levantar y me voy a tu cuarto… esta vez reptando por el suelo… intentaba despertarte, pero tú no me oías… dormías.

Gritaba y gritaba sin poder mover ni un solo musculo de mi cuerpo, detrás de mi aparecías tu diciéndome que no me ibas a despertar… yo te decía que, por favor, me movieses el brazo violentamente como siempre… tu volvías a tu cama y yo gritaba que no.

Repto por el armario empotrado… cuando llego al altillo, donde están las mantas, que ahora no hay porque es invierno, me tiro al suelo, con el fin de despertarme al sentir el batacazo… pero no hay suerte… repto hacia tu cuarto pero esta vez no puedo entrar porque tienes la puerta cerrada… te grito desde la puerta para ver si me oyes, pero no hay suerte. Vuelvo a mi cama y me acuesto y oigo como ronco… un ronquido atronador… y vuelvo a gritar, pero sigues sin oírme. Noto una presencia que se acerca a mi cama, miro pero no eres tu… es algo indescriptible, es un “algo”. Miro ese “algo” y hace un ruido raro, como cuando estrujas una bolsa del supermercado… no quiero mirar, no quiero mirar, no quiero mirar, no quiero mirar… cesa el ruido y noto que me levanta la ropa de la cama… grito tan fuerte esta vez, que me despierto… y puedo oír el eco de mi grito en la habitación. He despertado a la vecina, porque oigo la llave de su luz encenderse… y al momento apagarse.