Queridos lectores….¿no os gusta comer?...¡a mí me
encanta!...pero claro, si lo haces de
una forma incontrolada, pasa lo que pasa…¡que te llega la lorza a Pontevedra!
Un día, estaba yo sentada en el portalico, fumandome un
cigarrico….y pensé…”¡Ay que ver! con lo que mola comer y lo malo que es hacerlo
sin control”…y ese día, precisamente, nos habían invitado a un restaurante majísimo
a mijica y a mi…y claro, nos fuimos. A esa comida, también fueron dos sobrinos
míos (os quiero siempre)…que les encanta comer más que a mí, ¡que ya es
decir!...y nos pusimos hasta arriba de todo. Recuerdo que en ese restaurante, había
una entrada llena de sofás…y cuando terminamos de comer, nos miramos los
cuatro, mis dos sobrinos, mijica y yo…y miramos para la salita…¡y pies para que
os quiero!...corriendo para los sofás…y al sentarnos, las panzotas se quedaron
sin sitio…que tuvimos que acoplarnos bien para caber todos, las panzas y
nosotros.
Después, los cuatro, nos fuimos a una heladería que hacían los
helados como si fuese pasta, sí, hacían espaguetis, pero de helado…y nos
pedimos un plato cada uno, ¡eso por si había quedado algún hueco sin rellenar
en el estomago!....y empezamos a flipar, yo no sé si por el atracón o…. por el
atracón, el caso es, que ahí nació “El Club de la Grasa”….Hicimos un club con
su presidente y todo….Nuestro querido presidente, fue el fundador…mijica era la
vicepresidenta, aunque ella no estaba gorda, nunca lo ha estado, pero alguna moderación
teníamos que tener…y mi otro sobrino y yo, éramos los secretarios.
El club iba haciendo sus cimientos, tanto, que cada año celebrábamos
lo que llamábamos “la reunión anual del Club de la Grasa”…nos íbamos a un
restaurante,siempre por estas fechas, porque el presidente y el secretario vivían lejos y solo lo podíamos
hacer una vez al año, y nos reuníamos en un restaurante, a comer claro, y a
celebrar dicha reunión. Teníamos nuestro discurso y todo y le hacíamos regalicos
al presidente….”Un año más, nos hemos reunido con nuestro presidente para
celebrar la reunión anual del Club de la grasa…etc, etc”…y el lema final era…como
los animadores cuando cantan en un partido de baloncesto….”¡grasa! ¡grasa!
¡grasa! ¡grasa!”…y así, un año tras otro….eran unas reuniones preciosas…pero si
adelgazabas un poco, corrías el riesgo de ser despedido del club.
Un año, hubo una tempestad en nuestro restaurante favorito,
donde hacíamos las reuniones, y desapareció….la gente tenía envidia de nuestro
club y de lo bien que lo pasábamos, ¡todos querían formar parte del club!...aunque
nosotros no admitíamos a nadie…pero si no hacemos daño a nadie…solo queremos
querernos…solo queremos estar juntos….solo queremos reír….¡no hacíamos daño a
nadie! ¡lo juro!
Ay, Coni, como tú habemos muchos más. Para mí, comer es con creces mayor placer, sencillamente porque lo hacemos a diario. No conozco a nadie que sea un todo terreno de la comida como yo. No hay absolutamente nada que se me resista, siempre que esté bien hecho. A tu club, nunca entraría porque si me has cerrado tantas puertas, a la del restaurante le pondrías un vigilante de seguridad para impedirme paso. Que le voy a hacer...bueno... desde aquí, un besito!.
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