Rodriga

Rodriga era una muñeca que me regalaron cuando apenas tenía 7 años. Era una muñeca de cartón piedra….tenía el pelo pegado a la cabeza, es decir, la muñeca era de una pieza y tenía todo pintado…el pelo, los labios, los ojos, las orejas….todo, menos el vestidito y los brazos y piernas que eran articulados. Llevaba un vestido floreado de vivos colores y lo tenía pegado al cuerpo por pequeñas púas…ay como debía dolérle eso a mi Rodriga.

A mi Rodriga, la tenía en la casa de mi yaya, encima de la cama y cuando llegaba a casa, lo primero que hacía era entrar corriendo al cuarto y cogerla e irme al patio de mi yaya a jugar con ella. En el patio había una pila, la cual estaba siempre llena de agua con ropa en remojo.

Un día de los que llegaba corriendo a recoger a mi Rodriga de la guardería (cama), me la llevo al patio y vi que las gallinas habían puesto huevos…no sé si os acordáis que le robaba los huevos a las gallinas y mi yaya tenía que entrar al gallinero para salvarme porque las gallinas me picoteaban las rodillas. Pues ese día que me entretuve, me deje a mi Rodriga encima de la pila y la pobre cayó al agua….olvidándome de ella…..entre picotazo y picotazo de las gallinas, me llama mi yaya para comer. Me voy a comer y cuando termino, me acuerdo que mi Rodriga estaba encima de la pila del agua…..¡ay Señor!, cuando miro dentro de la pila y veo a la muñeca derretida, dentro del agua, claro como era de cartón piedra….pues a la pobre solo se le quedo el vestidito flotando y ella toda hecha una masa de papel en el fondo de la pila….revuelta con la ropa que estaba a remojo……¡Rodrigaaaaaaaa, te quieroooooo!...fue una de mis primeras muñecas y la quería muchísimo.