Cierto día, una caracola caminaba tranquilamente por el mar con su concha a cuestas, cuando de repente un torbellino marino la alejo de su hábitat natural….dejando a un par de aletas que tenia de amigas, una corderita blanca y un disco duro, más solos que la una. Caracola no encontraba el camino de vuelta al mar. Cierto día, aletas, corderita y disco duro, decidieron ir en su busca porque sin la caracola, la vida era muy triste. Buscaron y buscaron pero no hubo suerte…volvían a casa sollozando y cabizbajos….volvían a buscar….”caracolaaaaa, donde estaaaaas” pero caracola no aparecía. Poco a poco se les fue borrando la sonrisa de sus caras.
Disco duro, aletas y corderita, decidieron coger sus hatillos y salir lejos a buscarla, no podían vivir sin la alegría de caracola, sin escuchar el sonido que hacia cuando te la ponías en la orejilla, sin sus abrazos ni sus besos, sin sus ojos llenos de vida, sin su corazón lleno de generosidad, sin su compañía tan apreciable y única.
En su largo caminar, se metieron en un palmeral…..cuando de repente, se escucharon unas risas a lo lejos….¡¡¡es caracola!!! Corrieron y corrieron dándose con los talones en el culo….¡caracola! ¡caracola! ¡y ahí estaba ella! Radiante…llena de vida y alegre como siempre. Caracola se había pasado buscando a sus amigos, largo tiempo sin obtener éxito alguno, pero al final, se habían encontrado…..”¡amigos míos!” dijo caracola sin salir de su asombro….¿cómo me habéis encontrado?.....pero caracola tenía otro amigo….¡el bicho! ….os presento “al bicho” el me recogió un día que me encontraba muy triste porque no os encontraba y me llevo a su cueva a poder respirar, porque en su cueva hay un trocito de mar. Y aletas, corderita y disco duro decidieron no perderla más, pero caracolita ya tenía una nueva vida con el bicho. Estuvieron juntos un rato y llego la hora de volver a casa. Desde entonces caracola, va a visitarles llena de alegría con su amigo el bicho….se pasan las horas frente al mar los cuatro juntos…en silencio….pensando en lo bella que puede llegar a ser la vida con una caracola en el mar.
A mi preciosa caracola pequeñica.
Que grande esta publicación, yo también conozco a esa caracola, y es cierto, siempre está llena de vida, y aunque ahora está lejos, todos sabemos que terminará volviendo a su hogar junto a sus amigos.
ResponderEliminarLa caracola
ResponderEliminarComo haces de una realidad un cuento. Me ha gustado como lo has descrito.
ResponderEliminarQue nombre más bonito: caracola. Supongo que alguien la llamó así de niña y así se ha quedado para vosotros. La palabra en sí, derrocha buenos sentimientos. ¿Que sería el mar sin la caracola?. Y tú... ¿que serias sin tu caracola?. Dos besitos!.