Pues el oso hormiguero siguió su camino dejando atrás a la abeja, que solo Dios sabe lo que haría, si ir al supermercado o volver a su colmena. El oso hormiguero se sentó a la orilla del camino a ver si se le pasaba el dolor de barriga, cuando por delante de él paso su amiga la osa hormiguera. Era una osa preciosa, andaluza, de ojos grises y pelo negro con reflejos azules. Estaban enamorados pero no se habían declarado aun su amor. -¡Ozo!.. ¿Qué te paza?, te veo un poco paliducho. -Pues nada Juana Mari, que me he comido una hormiga gorda y estoy empachado. -¿Ozo, eza que va al zúper y que tos hablan della? -Esa, esa, la mismica… ¡si se hubiese dedicado a lo suyo, ahora yo no estaría así!. Pero Juana Mari, siéntate aquí conmigo un ratito, que me gusta mucho estar contigo. -Ay ozo, eza palabras me hacen mu felí, no zabes cuanto. -Osa, tú me gustas desde hace mucho tiempo y si tu quisieras, viviríamos juntos, los dos… Por la noche miraríamos la luna… T
Si te identificas con alguna de estas historias, es porque todos estamos conectados.