¡Madre mía de mi alma!, ¡vaya odisea para pasar un reconocimiento medico de la empresa en un sitio que no conoces y que no has ido nunca!. Tenía que estar en el sitio a las ocho y media y he llegado a las nueve y diez… salgo de casa a las ocho menos cuarto, porque yo soy muy puntual… y muy bien. Llego al sitio y lo veo lleno de redondas, con lo mal que se me dan, pero no veía el edificio por ningún lado… y venga redondas, y venga vueltas y el reloj “acelerao perdío”… Desesperada ya, me paro y veo unos señores, por cierto muy amables, por la baldosa y les pregunto… y me dicen que no voy nada bien por donde voy… mi desesperación aumenta… me lo explican muy bien y me voy otra vez a redondearme la vida… y venga redondas y venga correntillas y los coches a esas horas que van rapidísimo… ¡por fin veo los dos enormes edificios, a los que yo pensaba que sabia ir, pero que no!. Me pongo a dar vueltas en torno a los edificios pero no consigo dar con la calle que me lleva a la pu...
Si te identificas con alguna de estas historias, es porque todos estamos conectados.